Lo cierto es que la historia de las velas en todas las épocas ha tenido un significado religioso, tal vez sea por las sensaciones de tranquilidad y seguridad que transmiten, por el perfume que se encuentra en sus aceites esenciales, o puede que por la energía que emana la llama cuando prende a lo largo de la mecha.
Ya desde los paganos que realizaban sacrificios junto con antorchas o en el bautismo de Clodoveo, las velas estaban presentes para proporcionar espiritualidad.
Los masones y sectas secretas siempre han hecho uso de las velas debido a que necesitaban una fuente de iluminación en las cuevas y las casas alejadas de los poblados.
En la época de Roma, antes de la fundación del Vaticano, utilizaban velas aromáticas de limón para rendir culto a su Dios debido a que su olor lo consideraban como un estímulo afrodisíaco en el que te permitía a Jesús.
Las Velas y el Cristianismo
No obstante, hay muchos mitos sobre cómo los cristianos acogieron las velas para realizar sus rituales religiosos. Es posible que los judíos fueran sus motivadores, o incluso los paganos ya mencionados. Pero lo que está claro es que antes de consolidarse como religión dominante por el Imperio Romano, utilizaban las candelas en zonas oscuras durante sus primeras reuniones para no ser descubiertos.
Sus tradiciones se han extendido hasta el día de hoy, donde podemos encontrar velas con aromas en misa y en épocas que se consideran importantes como el Adviento, en la que se enciende una candela cada semana con el fin de llamar al señor y cumplir con la oración. O en Navidad.
En semana Santa simbolizan la pena por la pérdida del Señor. Se cuenta que la Virgen María encendió tres velas y gracias a ellas Jesús pudo resucitar al tercer día.
La religión está inundada por velas.